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Educación social, acompañamiento y vulnerabilidad: hacia una antropología de la convivencia

11.03.2014 09:03

Frase: El educador no pretende ir a enseñar nada, sino que entiende que aquella persona ha vivido unas determinadas circunstancias, diferentes (o no tan diferentes de las tuyas) que la han llevado a una situación complicada. El educador la acompaña en un camino conjunto en el cual cada uno aporta alguna cosa. (Funes Y Comas, 2001, p. 38).

Tema central: Intervenciones socioeducativas con la atención a poblaciones vulnerables.

“Educación social, acompañamiento y vulnerabilidad: hacia una antropología de la convivencia”

Autor: PLANELLA JORDI

País y Universidad o grupo de referencia: España, Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI)

 

Objetivos del programa:

  • el acompañamiento social se ha convertido en un término comodín que integra todas las iniciativas, los métodos y las prácticas con el objetivo de ayudar en las personas sin capacidades de seguir adelante por los suyos propios medios.

  • El objetivo básico del acompañamiento social (A.S.) es ayudar a las personas a resolver algunos problemas generados por situaciones de exclusión o dificultad y establecer con ellas una relación de escucha, soporte, consejo y ayuda mutua.

  • Las etiquetas hacen que el grupo vea a la persona de forma exclusiva con lo que la etiqueta la marca, la presenta y la define.

  • La propuesta central de nuestro artículo se dirige a la construcción de formas de existencia “compartidas”. Si hemos empezando definiendo el acompañamiento como “compartir el pan con alguien”, es decir que la antropología del vivir con, todavía no somos humanos, que nos falta un paso y proceso para “aprender a convivir”.

 

Perspectiva teórica:

 

El hombre no es visto desde una perspectiva unidimensional, sino que podemos verlo desde cinco perspectivas diferentes, que son:

  1. Dimension corporal: La corporeidad es un elemento esencial de nuestra persona. No solamente tenemos un cuerpo, sino que somos nuestro cuerpo. Sin él no existimos. Los aspectos físicos nos caracterizan y son nuestra carta de identidad. El cuerpo nos permite relacionarnos con los demás. La dimensión corporal permitirá el desarrollo de un aspecto fundamental en las relaciones humanas: la comunicación no verbal. Un ejemplo de ello es la vida de Robert Murphy (1987), un antropólogo con parálisis y obligado a desplazarse en una silla de ruedas, donde se pone en evidencia este proceso de hipercorporalización.

  2. La dimensión intelectual: de la persona le permite actuar de forma intencionada, pensar de forma racional y adaptarse de forma eficaz al entorno. El hombre no se limita a vivir y a sobrevivir, sino que a través de sus funciones intelectuales busca dar sentido a su vida.

  3. Dimensión emotiva: Primarias, serían todas aquellas emociones conectadas con la cólera, la tristeza, el miedo, la alegría, etc. Ligadas a sensaciones: como el dolor, el placer, el asco, etc.  Ligadas a la autoestima: éxito, fracaso, vergüenza, orgullo, culpa, inferioridad, etc. “todas las emociones son, en esencia, impulsos que nos llevan a actuar, programas de reacción automática con los que nos ha dotado la evolución”

  4. Dimensión social: El hombre es por antonomasia un ser social, no somos seres autosuficientes, necesitamos a los demás para vivir y crecer. Las personas con algún tipo de necesidad no pueden vivir ni solas ni aisladas de la comunidad. Es necesario que la educación social posibilite esta incorporación, esta conexión con la comunidad y con su entorno.

  5. Dimensión espiritual: los valores que rigen nuestra forma de vivir, las creencias filosóficas que hemos desarrollado o las creencias religiosas que ordenan nuestra vida interior. Debemos preguntarnos de qué forma viven su dimensión las personas con las que trabajamos que proceden de cultura diferente a la nuestra propia, para poder entender su realidad y no “herir” sus formas espirituales.

 

Perspectiva metodológica:

Aprender a escuchar: Escuchar es salir del rol que la vida nos ha dado, el de psicopedagogo, trabajador social, médico, psicólogo, educador social, etc. para intentar recibir al otro en total plenitud, en todas sus dimensiones.

Aprender a mirar: Acompañar es traer una mirada nueva sobre la persona y su historia, es creer totalmente en las potencialidades de la persona, ayudarla a tomar conciencia y a desarrollarse; sea cual sea su estado actual. Es justamente esta mirada que, por efecto de espejo, va a permitir al otro cambiar la imagen que tiene de él mismo.

Dejarse transformar por el otro: Acompañar es hacer acto de presencia física al lado del otro, cuerpo a cuerpo, espacio vital con espacio vital, para producir un proceso de transformación bidireccional. Contrariamente, dejarse tocar, interpelar, transformar por el otro, es reconocer sus propios límites.

 

Población participante:

Aquellas personas que tienen una profesión u oficio, una discapacidad, pero sobre todo a todos los individuos que tengan ganas y entusiasmo por aprender o adquirir una experiencia nueva, es decir aprender a convivir con los demás sin importar las condiciones físicas, económicas, etc.

 

Duración de la intervención:

Es adquirir el hábito por enriquecernos de los demás y tratar de ayudar a los demás en las debilidades que podamos identificar.

 

Actividades fundamentales:

Nuestra propuesta no es una propuesta excluyente, que busque centrar y delimitar su marco de intervención de forma extremadamente acotada. Pensamos que la apertura de la maniobrabilidad del profesional acompañante, puede permitir una mayor eficacia en la con-secución de los objetivos de la propia persona.

La vida de determinadas personas en situación de exclusión tiene lugar en formato de “mundo paralelo", de un mundo que ocurre cerca del nuestro pero que no acaba de compartir con nosotros sus hechos, sus experiencias y sus realidades

 

Tipo de resultado:

Los sujetos con los cuales el educador social interviene tienen unas determinadas necesidades. A veces las calificamos de necesidades educativas, necesidades médicas, necesidades sociales, necesidades especiales, etc. Como a menudo los sujetos nos llegan con el diagnóstico hecho sobre una determinada necesidad descubierta, ya no nos preguntamos por su validez. ¿Son válidas las necesidades prescritas? ¿Quién establece dichas necesidades?

 

Contenido resultados:

Conclusiones:

Aquellos sujetos excluidos y diagnosticados son, a menudo, más cuerpo que mente. No se trata de cuerpos embellecidos y esbeltos, sino más bien de lo contrario, de cuerpos envejecidos y en ciertas medidas grotescas. Nos encontramos con cuerpos con VIH, cuerpos envejecidos, cuerpos maltratados, cuerpos violentados y abusados, cuerpos degenerados, cuerpos paralizados, cuerpos narcotizados, cuerpos mestizos, en definitiva, que proliferan a la deriva en las sombras de la ciudad. Demasiado a menudo convertimos la presencia del otro en aquello que aparentemente es: su cuerpo. Nos olvidamos precisamente de su dimensión más amplia: la persona con su globalidad y su sentido total.

En cuanto a los que gobiernan, a menudo creen que, manteniendo el poder, evitarán así la anarquía. En realidad, los responsables, tienen miedo de compartir o de perder el poder. Ellos también temen el cambio”. Se trata de escuchar la voz del otro, la alteridad de las otras voces, que no son sino aquellos que tenemos cerca.